Eliminar manchas resistentes en la ropa puede convertirse en un auténtico reto, incluso usando programas específicos de la lavadora. Existen productos más agresivos, pero su uso continuado puede dañar los tejidos. Frente a esto, hay soluciones tradicionales que, aunque hoy en día están menos presentes, siguen siendo muy útiles. Una de ellas es el prelavado, una técnica que nuestras abuelas empleaban con frecuencia y que hoy muchas lavadoras permiten replicar.
Este proceso consiste en remojar la ropa antes del lavado principal. El agua actúa suavizando las manchas adheridas a las fibras del tejido, lo que facilita su eliminación posterior. Se trata de un método especialmente eficaz para manchas solubles en agua, como el sudor o restos de alimentos. Además, permite evitar el uso de productos como la lejía, que pueden provocar efectos no deseados, como el amarilleo en tejidos blancos o el desgaste de materiales delicados.
La mayoría de las lavadoras actuales disponen de una función específica de prelavado que no muchos usuarios conocen o utilizan. En el cajetín del detergente, suele haber tres compartimentos: uno para el suavizante, otro para el detergente principal y otro, marcado con un número 1 (I), destinado al prelavado. Este paso adicional sirve para eliminar la suciedad más superficial antes del ciclo habitual, mejorando la eficacia del lavado posterior.
Para activarlo, basta con colocar un detergente adecuado, diferente del habitual, en el compartimento correspondiente. Se recomienda usar un producto formulado específicamente para esta función. Incluir el prelavado en la rutina de lavado resulta útil cuando se trata de prendas muy sucias o con manchas persistentes. No solo mejora los resultados, sino que también puede ayudar a alargar la vida de la ropa, evitando un desgaste prematuro por el uso excesivo de productos químicos agresivos.